III MALPICA LONGBOARD CLASSIC

Personalmente mi paso por el festival ha marcado un antes y un después en mi visión del longboard. ¿Y por qué? Posiblemente todo se hubiese iniciado meses antes, pero en Malpica esa transición se materializó de algún modo: el longboard dejó de ser esa tabla con la que entraba al agua cuando no había olas, para pasar a ser simplemente longboard.

Muchos eran los planes para estos días en Malpica. Tras la experiencia del año pasado había ganas de más. Y no sólo de coger olas: volver a encontrarse con conocidos y amigos que a cada encuentro son más amigos; conocer a gente nueva; escuchar y ver cosas nuevas, …

No sé cuantas horas estaría el viernes en el agua, pero más de cinco seguro, y eso que cuando llegamos, y vimos el mar, nos llevamos una pequeña decepción en cuanto al tamaño. Pero la verdad es que había olas más que suficientes que me recordaron, por momentos, y sobre todo por la mañana, a esos días en los que en Doniños está pequeño pero rompiendo bien. Además las olas no paraban de entrar, y entre todas, las más pequeñas eran casi las mejores. De hecho las que rompían cerca de la orilla eran las que más abrían, por lo que, buscando el sitio, se podía estar cogiendo olas sin parar, y eso que éramos unos cuantos en el agua.

Por la tarde, y a media marea, el mar dio una pequeña subida, y pudimos compartir baño con gente con un nivel increíble. Entre todos destacaba sin duda Clovis Donizetti. Lo había visto en vídeo, y en muchas de las increíbles fotos que le saca César Ancelle-Hansen, pero lo visto en directo superó en mucho a lo visto en lo virtual. A mí al menos me impresionó. Los demás también iban muy bien, pero en él resultaba todo sencillo y efectivo, a la vez que elegante. Desgraciadamente no conseguí sacarle ninguna foto, me imagino porque cuando cogía una ola inconscientemente elegía verle surfear en lugar de enfocar. Y ahora me alegro, porque sólo así pude apreciar lo bonito de sus movimientos.

El viernes, tras la cena, había que decidir: o salir, o acostarse pronto para surfear a primera hora. Las últimas olas del día habían estado muy bien, así que opté por surfear. Cuando me desperté llovía una barbaridad, así que esperé a que parase un poco, y tras el desayuno, y sin mirar el mar, me cambié y fui al agua. Cuando llegué a la playa, me crucé con Pepe Birra, que salía del agua (y eso que yo me creía madrugador). Tras ellos no había nadie más, así que durante una hora, y aunque fuesen pequeñas, tuve todas las olas de Malpica para mí.

Pronto llegaron los Formosel, que me habían estado viendo desde la ventana de su habitación, pero que inteligentemente decidieron esperar al mejor momento de la marea. Con ellos en el agua ya tenía con quién hablar, y César y Iago siempre dan buena conversación. Así estuvimos los tres al menos otra hora más, hasta que comenzaron a entrar el resto de «madrugadores».

Parecía que para la tarde del sábado se anunciaba una pequeña subida del mar, pero a medida que pasaban las horas las olas no llegaban. Afortunadamente a media marea empezó a romper una pequeña derecha de tamaño similar al de la mañana, aunque más limpia, por lo que los primeros comenzaron a entrar al agua. Pero tras el baño multitudinario del viernes éramos unos cuantos los que teníamos ganas, en lugar de ponernos el traje, de ver surfear a los franceses de Gato Bask – Gato Heroi y a los portugueses que se habían acercado hasta Malpica, en una «expresion» en la que reinó el buen humor y la clase.

Tras un buen rato tras la cámara y unas cuantas fotos, comprobé que se me estaba haciendo tarde, así que decidí que era momento de volver a casa. De camino al coche me crucé con Clovis Donizetti y Arnaud Mestelan que iban al agua. Dude en volver sobre mis pasos para guardar alguna foto de Clovis, pero al igual que para observar su surf, el fotografiarlo requiere también de calma y tiempo. Seguro que habrá pronto otra oportunidad.